Temas
TOKIO
Aunque la acción
de Kakutogi Barrio lleva a su protagonista, M., a diferentes países, Tokio es
el marco principal de la acción. Estos son algunos de sus barrios.
Shinjuku.
El centro, si eso es posible en una megalópolis como Tokio, de la ciudad. Originalmente el primer punto de descanso en la ruta a pie desde el centro de Edo (antiguo nombre de la capital). Shinjuku fue durante décadas lo más cercano que existía a la secuencia de la película Blade Runner donde los rascacielos se mezclan con callejones abarrotados de gente, neones y pantallas de televisión aunque hoy día Shanghái le roba, posiblemente, la corona. La dimensión oscura de Shinjuku está en Kabukicho, centro del “mizu sobai” de Tokio, el “negocio del agua” que disimula con un nombre tan poético el catálogo de transacciones sexuales que el distrito ofrece. Kabukicho sirve todas las perversiones que el cliente requiera pero siempre con ese discreto matiz japonés.
Shibuya.
El barrio de la eterna juventud. Este conglomerado de estaciones de metro, tiendas de moda, bares, y hoteles para parejas está permanentemente patrullado por chicas adolescentes en minifalda y los chicos de pelo teñido y moda delirante que van detrás.
Shibuya es como una pantalla de televisión, llena de colores y personajes, entretenida y agradable a primera vista pero vacua y fría al final del día, cuando los neones se apagan y en la calle quedan los rezagados de la ciudad, abandonados.
Osaki, Kamata, Nakano.
Éste es el Tokio más tranquilo pero el más real. Lejos de las avenidas turísticas, los barrios donde los tokiotas viven toman formas prosaicas. Grandes estaciones ferroviarias de tráfico intenso conectan este Tokio del día a día pero unos bloques más allá están los pertrechos de la vida cotidiana, calles estrechas, parques y colegios, casa pequeñas.
Shinjuku.
El centro, si eso es posible en una megalópolis como Tokio, de la ciudad. Originalmente el primer punto de descanso en la ruta a pie desde el centro de Edo (antiguo nombre de la capital). Shinjuku fue durante décadas lo más cercano que existía a la secuencia de la película Blade Runner donde los rascacielos se mezclan con callejones abarrotados de gente, neones y pantallas de televisión aunque hoy día Shanghái le roba, posiblemente, la corona. La dimensión oscura de Shinjuku está en Kabukicho, centro del “mizu sobai” de Tokio, el “negocio del agua” que disimula con un nombre tan poético el catálogo de transacciones sexuales que el distrito ofrece. Kabukicho sirve todas las perversiones que el cliente requiera pero siempre con ese discreto matiz japonés.
Shibuya.
El barrio de la eterna juventud. Este conglomerado de estaciones de metro, tiendas de moda, bares, y hoteles para parejas está permanentemente patrullado por chicas adolescentes en minifalda y los chicos de pelo teñido y moda delirante que van detrás.
Shibuya es como una pantalla de televisión, llena de colores y personajes, entretenida y agradable a primera vista pero vacua y fría al final del día, cuando los neones se apagan y en la calle quedan los rezagados de la ciudad, abandonados.
Osaki, Kamata, Nakano.
Éste es el Tokio más tranquilo pero el más real. Lejos de las avenidas turísticas, los barrios donde los tokiotas viven toman formas prosaicas. Grandes estaciones ferroviarias de tráfico intenso conectan este Tokio del día a día pero unos bloques más allá están los pertrechos de la vida cotidiana, calles estrechas, parques y colegios, casa pequeñas.
"A pesar de lo que se ve en las películas, donde técnica y voluntad parecen siempre las claves para vencer,
la realidad es que el luchador más grande tiene la ventaja.
Peso equivale a masa y masa es potencia. La habilidad siempre era
importante pero a este nivel, todos éramos buenos en lo que hacíamos."
LUCHA
Son varios los estilos de lucha que aparecen en Kakutogi Barrio. Éste es un breve resumen, absolutamente parcial, de sus principios básicos
Kung Fu (Wushu).
El arte marcial por antonomasia, fue sistematizado en China en algún momento entre los siglos V y VI como resultado de la evolución de las arcaicas técnicas de lucha de la región indoasiática. Está dividido en multitud de estilos o escuelas, a veces visceralmente opuestos pero siempre con más énfasis en las formas y la práctica individual que en la competición y el combate.
Boxeo.
El boxeo deportivo es relativamente reciente y tiene poco en común con sus brutales orígenes en el pancracio griego y el pugilismo romano. Hasta el siglo XIX, la norma en los combates era usar el puño desnudo y sin guantes acolchados, lo que requiere un tipo de guardia más abierta de la que es habitual hoy día y un sistema diferente de bloqueos y esquivas. Las reglas del London Prize Ring se mantuvieron fieles al legado pugilista hasta que el boxeo alcanzó categoría olímpica. A pesar de las apariencias, el movimiento sincronizado de pies, caderas y hombros es tan importante como el de las manos y lo que cuenta es la defensa, no el ataque.
Karate
El goteo de influencias culturales chinas en Japón incluyó religión, cultura y artes marciales. El Karate, a través del desarrollo en el archipiélago de Okinawa como escisión del arte samurai del Jujitsu, apareció como expresión autóctona de la idiosincrasia nipona. Con sus secuencias de golpes de mano y pie, el Karate es menos plástico y fluido que el Kung Fu y pone mayor énfasis en las líneas rectas como modo de incrementar la efectividad kinética. Está particularmente adaptado a los usos sociales japoneses y tiene un fuerte componente de jerarquización y articulación social.
UFC, MMA, K1
Aunque muy disimilares entre sí, estos deportes de contacto tienen varias características comunes. Por un lado buscan mayor realismo en el uso y aplicación de la fuerza mediante la liberalización de las reglas. Por otro y a pesar de incorporar el alfabeto de golpes de las artes marciales tradicionales, todos ellos se dispensan de elementos considerados no esenciales para la competición; formas, reverencias, nomenclatura original, etc. Estas prácticas son especialmente sensibles a su dimensión como espectáculo y la monetización de los campeonatos. En el momento de escribir esto, UFC es un leviatán mediático mientras que K1, tremendamente popular entre 2001 y 2003, casi ha desaparecido.
Kung Fu (Wushu).
El arte marcial por antonomasia, fue sistematizado en China en algún momento entre los siglos V y VI como resultado de la evolución de las arcaicas técnicas de lucha de la región indoasiática. Está dividido en multitud de estilos o escuelas, a veces visceralmente opuestos pero siempre con más énfasis en las formas y la práctica individual que en la competición y el combate.
Boxeo.
El boxeo deportivo es relativamente reciente y tiene poco en común con sus brutales orígenes en el pancracio griego y el pugilismo romano. Hasta el siglo XIX, la norma en los combates era usar el puño desnudo y sin guantes acolchados, lo que requiere un tipo de guardia más abierta de la que es habitual hoy día y un sistema diferente de bloqueos y esquivas. Las reglas del London Prize Ring se mantuvieron fieles al legado pugilista hasta que el boxeo alcanzó categoría olímpica. A pesar de las apariencias, el movimiento sincronizado de pies, caderas y hombros es tan importante como el de las manos y lo que cuenta es la defensa, no el ataque.
Karate
El goteo de influencias culturales chinas en Japón incluyó religión, cultura y artes marciales. El Karate, a través del desarrollo en el archipiélago de Okinawa como escisión del arte samurai del Jujitsu, apareció como expresión autóctona de la idiosincrasia nipona. Con sus secuencias de golpes de mano y pie, el Karate es menos plástico y fluido que el Kung Fu y pone mayor énfasis en las líneas rectas como modo de incrementar la efectividad kinética. Está particularmente adaptado a los usos sociales japoneses y tiene un fuerte componente de jerarquización y articulación social.
UFC, MMA, K1
Aunque muy disimilares entre sí, estos deportes de contacto tienen varias características comunes. Por un lado buscan mayor realismo en el uso y aplicación de la fuerza mediante la liberalización de las reglas. Por otro y a pesar de incorporar el alfabeto de golpes de las artes marciales tradicionales, todos ellos se dispensan de elementos considerados no esenciales para la competición; formas, reverencias, nomenclatura original, etc. Estas prácticas son especialmente sensibles a su dimensión como espectáculo y la monetización de los campeonatos. En el momento de escribir esto, UFC es un leviatán mediático mientras que K1, tremendamente popular entre 2001 y 2003, casi ha desaparecido.
NOSTALGIA
Parte de la trama de Kakutogi Barrio transcurre en un período indefinido de los años ochenta. A juzgar por todos los libros sobre juguetes, colecciones de cromos, series de TV, etc. de la época, son muchos los que recuerdan con nostalgia el mundo desbocado que era la España cambiante de esos años.
Con el fácil acceso a contenido del mundo digital, es complicado recordar el ritmo ralentizado con el que recibiamos nuevas historias y que Sábado cine sólo se daba una vez por semana. Los primeros reproductores de video llegaron por entonces y los videoclubs que les siguieron abrieron la puerta a películas de serie B. Los cines de sesión continua y los videos de bar de barrio descubrieron un nuevo canal de entretenimiento en películas de manufactura terrible. Los tebeos, que hasta entonces habían sido higiénicos y contenidos, cambiaron de repente con las ediciones de colecciones estadounidenses que trajeron temas adultos envueltos en historias a cuatro colores donde, por primera vez, los personajes mataban, amaban y morían con consecuencias. Como M., yo seguía con dedicación aquellos malos tebeos y aquellas terribles películas que traían el mundo más allá del barrio.
Para mí la nostalgia de los años ochenta está en las películas de "Karate Kid" y "Loca academia de Policía", en las canciones de los Chichos y Barón Rojo, en los anuncios de la TV donde aparecía el Sancheski y el chicle Bang Bang. Aquellos fueron los años en que una puerta brillante se abrió en la España que se desperezaba del legado franquista y nos mostró algo hoy común pero nuevo entonces: Las modas globales, los fenómenos culturales; en definitiva, el dejar el aislamiento y ser parte, por fin , del mundo.
Con el fácil acceso a contenido del mundo digital, es complicado recordar el ritmo ralentizado con el que recibiamos nuevas historias y que Sábado cine sólo se daba una vez por semana. Los primeros reproductores de video llegaron por entonces y los videoclubs que les siguieron abrieron la puerta a películas de serie B. Los cines de sesión continua y los videos de bar de barrio descubrieron un nuevo canal de entretenimiento en películas de manufactura terrible. Los tebeos, que hasta entonces habían sido higiénicos y contenidos, cambiaron de repente con las ediciones de colecciones estadounidenses que trajeron temas adultos envueltos en historias a cuatro colores donde, por primera vez, los personajes mataban, amaban y morían con consecuencias. Como M., yo seguía con dedicación aquellos malos tebeos y aquellas terribles películas que traían el mundo más allá del barrio.
Para mí la nostalgia de los años ochenta está en las películas de "Karate Kid" y "Loca academia de Policía", en las canciones de los Chichos y Barón Rojo, en los anuncios de la TV donde aparecía el Sancheski y el chicle Bang Bang. Aquellos fueron los años en que una puerta brillante se abrió en la España que se desperezaba del legado franquista y nos mostró algo hoy común pero nuevo entonces: Las modas globales, los fenómenos culturales; en definitiva, el dejar el aislamiento y ser parte, por fin , del mundo.